1974 OSV 40

1974 OSV 40

No todos los prototipos son un deleite para la vista ni sirven para anticipar el futuro del diseño. Algunos tienen como objetivo principal demostrar la competencia tecnológica. Así ocurrió con el Opel OSV 40, la visión de un compacto ultraseguro que se presentó en 1974 en la segunda Conferencia Internacional de Vehículos con Seguridad Mejorada (ESV) en Londres.

En los años setenta, la protección de los ocupantes estaba aún en pañales. Reposacabezas o cinturones traseros brillaban por su ausencia, y los niños jugaban sueltos en el asiento posterior a cualquier velocidad. El balance era dramático: en 1970 se registraron más de 19.000 muertos en carretera.

Con el OSV 40, Opel quiso sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia de la seguridad activa y pasiva, tomando como base técnica el Kadett C. El nombre lo decía todo: OSV significaba “Opel Safety Vehicle” y el número 40 hacía referencia a la velocidad de la prueba de impacto frontal, 40 millas por hora, casi 65 km/h. El estudio de seguridad cercano a la producción incorporaba perfiles longitudinales y transversales reforzados, así como puertas más resistentes. En lugar de los frágiles paragolpes metálicos habituales, se montaron voluminosos paragolpes de plástico rellenos de espuma de poliuretano, capaces de absorber energía y soportar sin daños golpes de aparcamiento de hasta 5 km/h. Los marcos de los faros delanteros, que parecían metálicos, eran solo un efecto de la pintura.

El OSV 40 también añadía cuatro faros suplementarios situados tras la luneta trasera, muy visibles para el tráfico posterior, que servían como señal de frenada de emergencia y de intermitente de advertencia. Un retrovisor dividido eliminaba el ángulo muerto inferior. Los asientos delanteros eran tan anchos que creaban una separación con la parte trasera del habitáculo, y el coche ofrecía reposacabezas, cinturones de tres puntos en todas las plazas y, en las delanteras, tensores automáticos de cinturón.

En las pruebas de choque, el OSV 40 superó todos los objetivos con su motor de 1,2 litros y 65 CV. Tras un impacto frontal a 65 km/h contra una barrera fija, todas las puertas podían abrirse sin herramientas. El frontal absorbió la energía de la deformación con tanta eficacia que se acortó exactamente 50 centímetros. El prototipo convenció también en la prueba de choque frontal contra un poste a 50 km/h, en impactos traseros, laterales y en el test de vuelco a 48 km/h. Los conocimientos obtenidos con él se aplicaron después a la producción en serie, por ejemplo en los Opel Ascona y Manta B.