La familia Opel siempre tuvo un instinto y una clara inclinación por el deporte. Los cinco hijos de Adam Opel –Carl, Wilhelm, Heinrich, Fritz y Ludwig– dieron gran popularidad a los productos de la marca como destacados ciclistas de competición. En 1928, Fritz von Opel batió en AVUS, al volante de su modelo RAK 2, un récord mundial de velocidad con 238 km/h. Un año más tarde, «Fritz el cohete» protagonizó en el aeródromo de Rebstock, en Fráncfort, el primer vuelo tripulado con cohetes del mundo a bordo del avión Opel-Sander RAK1.
El nieto del fundador, el doctor Georg von Opel, mantuvo viva esa tradición en 1971. El empresario automovilístico de Fráncfort quiso demostrar que la propulsión eléctrica podía estar a la altura de un motor de combustión. Ese mismo año –mientras los astronautas del Apollo 15 exploraban la superficie lunar con el Lunar Roving Vehicle– electrificó un Opel GT. Los días 17 y 18 de mayo, en Hockenheim, Georg von Opel consiguió seis récords mundiales de automóviles eléctricos.
Se eligió el GT por su carrocería aerodinámica, que podía optimizarse fácilmente. Partiendo de un GT de serie, se eliminaron parachoques, manillas, retrovisores y la protuberancia del capó. Continental aportó neumáticos de baja resistencia, y el motor de cuatro cilindros fue reemplazado por dos motores eléctricos Bosch de 120 CV (picos de 160 CV), alimentados por cuatro bloques de baterías de níquel-cadmio Varta que ocuparon el asiento del copiloto y el maletero, sumando 590 kg y aumentando el peso total a 1.550 kg. Bajo la tapa del maletero se ubicó la electrónica de control.
El objetivo era reducir peso y eliminar elementos superfluos. Georg von Opel pilotó el coche el 17 de mayo en Hockenheim, logrando varios récords: velocidad máxima de 188,86 km/h, kilómetro desde parado a 115,88 km/h, 500 metros a 92,98 km/h y cuarto de milla a 85,87 km/h. En resistencia, promedió 126,98 km/h en diez kilómetros y 127,15 km/h en diez millas.
La autonomía fue limitada: manteniendo 100 km/h, las baterías solo alcanzaron algo más de 40 km. Con un valor estimado de 300.000 marcos, cualquier producción en serie era inviable. Aun así, el intento de Georg von Opel quedó marcado en la historia: ningún vehículo eléctrico había logrado hasta entonces acercarse a las prestaciones de un deportivo.