En su segunda generación, el modelo de acceso a la clase KAD se diseñó de manera notablemente más espartana. El Kapitän B se ofrecía como una opción relativamente económica para la clase noble de Hesse. La consecuencia fue que incluso las fuerzas policiales encargaron el vehículo como coche de servicio. A quien no le importaba gastar más, prefería los Admiral y Diplomat, aunque estos buques de casi cinco metros producidos hasta 1977 ya no contaban con la ligereza de antaño. La competencia de BMW, Volvo o Jaguar se hacía notar, y especialmente la de la dominante Clase S de Mercedes-Benz. Los probadores, sin embargo, elogiaban el generoso espacio interior, el estilo sobrio y el chasis completamente rediseñado.
Solo un año después del debut de la serie KAD B, la gama se simplificó y el Kapitän, del que se fabricaron más de 11.000 unidades, fue reemplazado en abril de 1970 por el Admiral L. Con ello terminó, tras 32 años, la historia del modelo; el Opel Kapitän, presentado por primera vez en 1938, se despedía definitivamente. Con la salida del Kapitän, Opel perdió no solo un automóvil de referencia, sino también una estrella guía que había hecho brillar intensamente a la marca.