El año 1924 supuso el nacimiento del »coche del hombre común« con el primer vehículo producido en masa por un fabricante alemán, que no se fabricó en una compleja manufactura, sino en una línea de montaje en Rüsselsheim. Por aquel entonces, la planta de Rüsselsheim se había convertido en la fábrica de automóviles más grande de Alemania y la mayor producción de bicicletas del mundo. Y llegó un hito histórico en la motorización: el Opel 4/12 CV.
Al principio, el modelo solo estaba disponible como un biplaza abierto pintado de verde. Pequeño y verde, en lugar de grande y negro como los coches habituales de la época. Rápidamente, el 4 CV ganó el apodo de »Laubfrosch« (rana arborícola).
Los procesos racionalizados de trabajo fueron la base para lograr un precio asequible de 4.500 marcos. Antes de la producción en cadena, la fabricación diaria máxima en Alemania era de 20 vehículos. Con el 4/12 CV, Opel consiguió en 1924 aumentar la producción a 125 coches diarios. Cada cuatro minutos y medio, una rana salía de la cadena, fabricada por 4.000 empleados. Desde octubre de 1924, se añadieron otras variantes de carrocería, también en un solo color cada una: el sedán en azul oscuro y la furgoneta en rojo oscuro. La velocidad máxima alcanzaba los 60 km/h.
Desde su lanzamiento, el Opel 4 CV fue el coche pequeño más popular de Alemania: Opel produjo casi 120.000 »coches para todos« entre mayo de 1924 y junio de 1931. Un paso fundamental para que la marca se convirtiera en el mayor fabricante alemán de automóviles.
Algunos acusaron al Laubfrosch de ser una copia del francés Citroën 5 CV, pero los tribunales alemanes rechazaron estas acusaciones debido a diferencias en la parrilla del radiador. Además, la pintura estándar era distinta: verde en lugar del amarillo limón de Citroën.
Hoy, los modelos 4 CV son codiciadas piezas de colección entre los aficionados a los coches clásicos. En Europa quedan alrededor de 100 ejemplares en circulación, cuidados con mucho cariño por sus propietarios.