Solo diez años después de iniciarse en la fabricación de automóviles, Opel consiguió un gran éxito en este nuevo negocio con la presentación del modelo 4/8 CV. Con este cabrio biplaza, el automóvil dejó de ser un bien de lujo para convertirse en un vehículo de uso diario. Hasta entonces, los carruajes motorizados eran »juguetes para la aristocracia adinerada«; pero habían llegado los coches compactos para la clase media. Es decir: con el Opel 4/8, el coche se hizo por primera vez accesible a un público mucho más amplio.
La clave del éxito de este ágil vehículo fue su precio asequible de 3.950 marcos, menos de la mitad que el anterior Opel más barato, junto a sus bajos costes de mantenimiento, su sólida construcción y su manejo sencillo. El modelo no tardó en ganarse el apodo de »Doktorwagen«, ya que entre sus nuevos clientes destacaron “conductores por cuenta propia” como médicos y veterinarios en visitas domiciliarias, además de farmacéuticos, abogados y comerciales, que hasta entonces evitaban »la aventura del coche« debido a los elevados costes (incluyendo la contratación de un chófer) y a las deficiencias técnicas.
Lo más destacado técnicamente fue su motor de cuatro cilindros, fundido en un bloque y refrigerado por agua, una novedad para Opel en esa época. Su velocidad máxima era de 45 km/h, limitada por las malas carreteras y la ausencia de normas de circulación. Consumía alrededor de 7,5 litros de gasolina por cada 100 km. No tenía puertas, y se accedía por unos estribos curvados. Para protegerse del clima, se usaba una manta de cuero para las piernas.
La importancia económica para la marca fue inmensa: en 1902 se fabricó el Opel número 100, y en 1906 ya alcanzaron los 1.000 coches. El Doktorwagen disparó las ventas y permitió doblar la producción en solo un año. Además, gracias a un sistema modular de carrocerías, chasis y motores prefabricados, los costes de fabricación bajaron considerablemente.